<h2>Crónica de un sueño</h2>
<p><em>Hay lugares que no existen en los mapas, pero que visitamos una y otra vez. Lugares que se construyen con fragmentos de memoria, deseo y misterio. Este es uno de ellos. Lo he soñado muchas veces, y cada vez se transforma, pero conserva una esencia que me resulta familiar. Hoy decido narrarlo, como si al escribirlo pudiera entenderlo mejor.</em></p>
<h3>Versión en español</h3>
<p>Es un lugar rural que se encuentra en el Estado de México (no sé si existe en la realidad). Van varias veces que lo sueño. Podría estar cerca de Villa del Carbón, pero no, es más bien caluroso. El camino es de barro y hay mucha vegetación a los lados. A veces lo he soñado con cerritos y grandes praderas. En el camino se ven animales: vacas, borregos, aves de corral. En cierto momento ya me encuentro en un hotel que tiene una gran alberca. No estoy sola, pero no puedo identificar con quién voy. Sólo sé que son familiares. Es un lugar al que he ido varias veces (en sueños).</p>
<p>Quizás porque alguna vez compré con mi mamá, mi hermana Lupita y mi amigo Raúl, en copropiedad, un terreno en Villa del Carbón hace más de treinta años, en 1985, para ser precisos. Cerramos la venta en la casa de Gloria Reyes, secretaria del notario de Tepeji del Río. Tenía escritura el vendedor y se asentó la transacción en el libro protocolario del notario. Pagamos allí mismo 450,000 pesos mexicanos cada uno, y resultó ser un fraude.</p>
<p>Esta vez, el clima era caliente. Incluso me metí a la alberca. Después ya estaba en un auto con otras personas. Fui al mercado, de los que ponen sus mercancías en el suelo sobre mantas. Había utensilios de barro, frutas, dulces de camote y varias cosas más que no recuerdo. Alguien sugirió que entregáramos un relato bien escrito en inglés, y en mi propio sueño decidí que fuese ese sueño el que yo narraría. Pero los sueños no son muy consistentes, porque en parte ya estaba en Francia con mi amigo Nicolay y en parte ya estaba en el Estado de México.</p>
<h3>English Version</h3>
<p><strong>Chronicle of a Dream</strong><br>
It’s a rural place located in the State of Mexico (I’m not sure if it exists in reality). I’ve dreamed of it several times. It could be near Villa del Carbón, but no—it’s warmer. The road is made of clay, and there’s dense vegetation on both sides. Sometimes I dream of it with small hills and wide meadows. Along the way, I see animals: cows, sheep, and poultry. At a certain point, I find myself in a hotel with a large swimming pool. I’m not alone, but I can’t identify who I’m with. I just know they’re family. It’s a place I’ve visited many times—in dreams.</p>
<p>Maybe it’s because, over thirty years ago, in 1985 to be exact, I bought a piece of land in Villa del Carbón in co-ownership with my mother, my sister Lupita, and my friend Raúl. We finalized the sale at the home of Gloria Reyes, secretary to the notary of Tepeji del Río. The seller had a deed, and the transaction was recorded in the notary’s official book. We each paid 450,000 Mexican pesos right there—and it turned out to be a fraud.</p>
<p>This time, the weather was hot—I even went into the pool. Later, I was in a car with other people. We went to a market, the kind where vendors lay their goods out on blankets on the ground. There were clay utensils, fruits, sweet potato candies, and many other things I can’t quite remember. Someone suggested we submit a well-written story in English, and within the dream itself, I decided that I would narrate this very dream. But dreams aren’t always consistent—because somehow, I was already in France with my friend Nicolay, and at the same time, still in the State of Mexico.</p>
<h3>Reflexión final</h3>
<p>No sé si este lugar existe fuera de mí. Pero cada vez que lo sueño, me recibe como si me conociera. Tal vez los sueños son territorios que nos pertenecen más que la tierra que compramos. Y aunque el fraude fue real, este paisaje sigue siendo mío.</p>
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